Aquí el texto sobre el encuentro con la amada a través de su imagen, al que aludí en clase.
A decir verdad, el tema del amor por una imagen está muy lejos de ser infrecuente en las literaturas romances medievales. Lo encontramos, por ejemplo, para quedarnos en el ámbito de la lengua oil, en una de las obras más delicadas de la literatura amorosa del siglo XIII, el poemita que lleva el título de Lai de l’ombre. El autor, Jean Renart, nos presenta un caballero, modelo de cortesía y de proezas, al que Amor ha traspasado con sus saetas y vuelto más loco que Tristán por Isolda. Después de varias vicisitudes, éste, que ha sido recibido en el castillo donde se encuentra su dama, le declara su amor y obtiene un rechazo. Durante el largo coloquio, que es una verdadera y propia justa de amorosa, el caballero, aprovechando un momento de distracción de la mujer, logra ensartarle en el dedo un anillo; pero cuando ella se da cuenta, lo manda llamar irritada y exige que lo vuelva a tomar. En este punto el enamorado, recuperando el anillo, cumple un acto de extraordinaria cortesía que la mujer se verá inducida por él a cambiar de opinión y a conceder todo lo que hasta hace poco había negado. Pero es mejor dejar la palabra a Jean Renart, porque la escena es sin duda uno de los pasajes poéticos más logrados del poemita, y tal vez de toda la literatura de Oil:
Al volverlo a tomar dijo: ¿Gran Merced! ¿Seguro que no se ha enegrecido el oro
si viene de ese dedo gracioso!
Ella sonrió, pues creía
que debía volver a ponerlo en el suyo;
él en cambio cumplió un acto de gran sentido
que después lo puso en gran alegría.
Se ha apoyado en el pozo
que sólo era de una toesa y media
de profundidad; y no dejó de discernir
en el agua, clara y limpia
el reflejo de la dama que era
la cosa que sobre todo amaba en el mundo.
-Sabed -dice- en una palabra
que no me lo llevaré conmigo,
sino que lo recibirá mi dulce amiga,
la cosa que más amo después de vos.
-¿Dios! -responde ella- Aqui estamos solos,
¿dónde la encontraréis tan pronto?
-Por vida mía, pronto os será mostrada
la valiente, la gentil que lo recibirá.
-Dónde está -Por Dios, vedla ahí
vuestra bella sombra que lo espera. El anillo toma y hacia ella lo extiende.
-Tomad -dice- mi dulce amiga;
ya que mi dama no lo quiere,
vos bien lo tomaréis sin inconveniente-
El agua se ha turbado un poco
con la caída que el anillo hizo
y cuando la sobra se deshizo;
-Ved -dice-, señora, ya lo tiene”
Giorgio Agamben.Estancias.La palabra y el fantasma en la cultura occidental. PRETEXTOS Valencia 2001. Traducción de Tomás Segovia. pp 124-125
excelente comentario Doctor siempre es un privilegio leerle. Mas aun tratandose del Amor!!!!!!!!