Existen tres tipos de viajeros procedentes de Él: en primer lugar quien es rechazado, como el Demonio –Dios le maldiga–, o cualquier otro asociador. Se da también el viajero no repudiado, pero cuyo camino es el de la vergüenza, como sucede con los pecadores, quienes por el pudor que les embarga no pueden mantenerse en su Presencia. (En cuanto a la tercera clase) resulta un viaje de elección y selección, tal y como sucede con el tránsito de los enviados, de quienes proceden de Él, (en marcha) hacia su creación, así como con el de los herederos y gnósticos, quienes desde la contemplación regresan al mundo de las almas, con total posesión, el gobierno y la ley (de sus existencias).
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Ibn ‘Arabi, El esplendor de los frutos del viaje, cap.7, p. 66.
El enojo y el rechazo que ocasiona, es lo que nos aleja de Dios. No todo viaje, dentro del sistema del sufí, es grato y lleno de gozo: por ejemplo, el viaje de Adán que resultó en la caída. O bien, hace mención el de Murcia de aquél ángel que se le revelaría. El enojo es un viaje sin espacio ni tiempo, esta sólo en nuestro interior. El viaje que es efectivo en este sentido es el que por voluntad nos acerca al conocimiento de Dios: conocemos mediante su creación, somos creación que está perfeccionándose.
El pecado también nos separa de Dios pero es parte de esta creación. Este es un elemento gnóstico en Abenarabi, quizá la tipología del viaje es una especie de jerarquía. Una vez que regresamos al camino sabremos cómo gobernarnos y como experimentamos la ley en perspectiva de que experimentamos su ausencia. La ley es lo deseable, puesto que sabemos cómo serían las cosas bajo el influjo de la injusticia. Nuestra disposición es movernos hacia la ley. La virtud se realiza con la contemplación y la percepción.
Tres actitudes ante la vida, grados de fuerza de voluntad en la acción moral. Tres tipos de viajeros son tres formas de viajar.
viajar es seguir ir construyendo vida, tomando y usando de todo lo que ella Es. Aun hagamos actos en contra de ella seguimos haciéndolo con la misma fuerza vital que nos dio.
Ser viajero “de elección y selección” consiste en ir consciente y voluntaria e inteligentemente a la búsqueda de Dios, lo verdadero.