Itinerario de la mente hacia Dios: Buenaventura por Denisse Hernández

Las seis alas seráficas, en efecto, significan seis suspensivas iluminaciones que disponen el alma para pasar a la paz por los extáticos excesos de la sabiduría cristiana. Dan a entender seis iluminaciones escalonadas, que empiezan en las criaturas y llevan hasta Dios. […] Las seis iluminaciones significadas por las alas forman el argumento de los seis primeros capítulos del Itinerario. [… El] capítulo séptimo, con que termina la obra, es la paz extática o mental exceso, término deseado de las iluminaciones y vértice del Monte Alverna, llamado Calvario franciscano.

San Buenaventura, “Introducción”, Itinerario de la mente hacia Dios, BAC p.p.544-545-

Comentario:

En la Introducción al Itinerario de la mente hacia Dios, se habla de la visión que tuvo San Francisco de Asís en el Monte Alverna y que consiste en haber visto un serafín alado, cuyas alas eran seis, número que coincide con los seis niveles que tiene que ascender el alma para llegar al conocimiento verdadero de Dios. El Itinerario de la mente hacia Dios consta de siete capítulos que también coinciden con los seis niveles de conocimiento, más un capítulo que constituye el conocimiento verdadero de Dios.

Esta visión es fundamental para la conformación de la obra de San Buenaventura, ya que la estructura formal está basada en esta figura: son seis alas y un cuerpo, por lo que Buenaventura pone seis capítulos “simétricos”, ya que de un lado están los 3 niveles corpóreos (conocimiento de los sentidos) y del otro están los tres niveles incorpóreos (conocimiento del alma). El último capítulo corresponde al último nivel del conocimiento verdadero, este nivel corresponde a la “entrada en Dios”, “paz extática” o “mental exceso”.

Existen seis niveles, no sólo por la visión del serafín alado sino porque Buenaventura considera que el conocimiento verdadero de Dios no puede ser inmediato sino mediado, por eso se requieren varios niveles o escalones y el paso al séptimo nivel no es la excepción; dice Buenaventura que entre el sexto y el séptimo nivel hay una puerta y que esa puerta es Cristo. De ahí que, antes que la filosofía, sea necesaria la fe.